Tengo un secreto que confesar: soy de esos que es incapaz de jugar a "videojuegos de miedo". He probado con Resident Evil, ZombieU y FEAR, entre otros. Algunos los pasé con éxito, otros tuve que dejar el mando al borde un ataque de nervios.
Quizá esto fuese una de las razones por las que nunca me atreví a dar el paso para jugar a Little Nightmares. Tuvo que ser mi colega Txarly el que me dijo: "Adri, he jugado a un juego que creo que te a gustar".
Pánico en Las Fauces
El juego tiene una mecánica básica: escapar y no mirar atrás. Six, la pequeña niña protagonista ha de atravesar diferentes habitaciones en las que una gran cantidad de escenarios se presentan con un estética lúgubre y tenebrosa. Además, se puede ver que lo conforman objetos para seres con un tamaño superior a lo que es Six, dando la sensación de ser un mundo hecho por y para gigantes.
El arte del juego, además de ser tenebroso, tiene un toque caricaturesco, sin llegar al extremo. Tanto el diseño de los objetos como de los personajes tiene un aire ciertamente diferente a lo que podría ser un tipo de arte más realista. Esto no quita para nada la sensación de horror.
El apartado sonoro ha sido diseñador por Tobias Lilja y Christian Vasselbring. Es un tipo de música más bien ambiental, que trata de mantener la tensión en todo momento y que brilla poco en cuanto a lo que podría definirse como una canción al uso. Me parece perfecto, ya que el juego pide este tipo de cortes; sencillos, discretos y a su vez muy presentes.
No quería terminar esta nota sin hablar de la duración y su DLC: "Secrets of the Maw". El juego se puede terminar tranquilamente en unas 3 o 4 horas, lo que lo hace perfecto para arreglarte un fin de semana. Además, su DLC se combina a la perfección con otra historia paralela que tiene lugar también en "Las Fauces", por lo que hace que la experiencia y el lore sea todavía más interesante, sobretodo para aquellas personas que nos gustan este tipo de cosas.